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Araceli Pena, María Torres y Remedios Palomo |
MESA DE MUJERES.
SECRETARIA DE DESAPARECIDOS DE LA GAVILLA VERDE
XIV JORNADAS EL
MAQUIS EN SANTA CRUZ DE MOYA
5 de Octubre de 2013
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ARTURO TORRES BARRANCO.
Memoria de una búsqueda.
Cuando leí las palabras de
Kafka que presiden este texto
(¿Qué llevo sobre los
hombros? ¿Qué fantasmas me envuelven como una capa?)
entendí de qué se
trataba, qué impulsos profundos me empujaban
a abordar unas
cuestiones de las que nada sabía"
José Andrés Rojo
"Vicente Rojo.
Retrato de un general republicano"
Lo que puedo contaros
es todo lo que sé desde el dolor, y eso nunca se inventa…
Me enteré que mi abuelo había estado en la cárcel cuando tenía siete años. Por aquella época yo no sabía nada de
la Guerra, la represión, ni de la mano del infame que meció ambas por el camino
del desamparo y la tragedia.
37 años después inicié una investigación, que aún está inconclusa. Una batalla contra la desmemoria con el
objetivo de averiguar cuándo, cómo, quién y por qué. La Memoria no puede
desaparecer con los testigos.
Mi abuelo, Arturo Torres Barranco, nació en 1895 en Torrubia del Campo, un
pequeño pueblo de Cuenca. Era agricultor, propietario de unas cuantas tierras,
una galera y una pareja de mulas. Trabajaba de sol a sol con la ayuda de un
jornalero y tenía muchas inquietudes políticas.
Con la llegada de la República ocupó el cargo de Recaudador del Impuesto de
Utilidades y Consumos de la primera corporación republicana de la localidad. El
30 de junio de 1936, pocos días antes del golpe militar, presentó el último
estado de cuentas.
En las elecciones del 16 febrero de 1936 apoyó al Frente Popular y tras la
victoria de éste, fundó en su pueblo el Partido de Izquierda Republicana.
Carezco de información de este periodo de la vida de mi abuelo. (Cuando
solicité datos de su militancia a Izquierda Republicana, después de mucho
silencio solo obtuve la desafortunada respuesta de que para ellos era prioridad
la política y no la Memoria, regalándome el calificativo de “ignorante”).
Y llegó la sublevación fascista que desencadenó en la Guerra en la que mi
abuelo no participó. La provincia de Cuenca se posicionó fiel al gobierno
legítimo de la República hasta el 29 de marzo de 1939, fecha en que los
franquistas ocuparon la capital.
Por testimonios que he podido leer en su expediente judicial, mi abuelo pasó el
periodo de la Guerra ayudando tanto a personas de derechas como de izquierdas,
y haciendo cuanto pudo para favorecer, amparar
y aliviar la situación en que se encontraban unos y otros.
Pero hay un hecho que marca el futuro de mi abuelo. El 7 de diciembre de 1937 fueron
detenidas en el pueblo tres personas por la Brigada Roja. Parece ser que desde
Madrid se pidió informes de estas personas a Izquierda Republicana y que mi
abuelo firmó los mismos, como así lo ratifica en su declaración posterior al
Auditor de Guerra.
En la mañana del viernes 1 de septiembre de 1939, casi a la misma hora que
Alemania invadía Polonia dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial, mi abuelo
era detenido y trasladado a la cárcel del municipio en prisión preventiva. Ese
día cumplía 44 años y como tantos otros defensores de la República pasaba a
engrosar el catálogo franquista de destrucción humana.
El 6 de septiembre de 1939 se
cursa denuncia contra mi
abuelo por parte de Eugenio Espada Fraile, Ceferino Martínez Moreno e Isidro
Barranco Plaza. Este último tío de mi abuelo, que posteriormente se desdice se
la misma. El 9 de febrero de 1940, Eugenio Espada Fraile, más conocido como “El Cojo Tramillones”, vuelve a ejecutar la denuncia esta vez
en el marco de la Causa General. Este
individuo era un delator ejemplar que llenó la Causa General de denuncias hacia
sus vecinos. Posiblemente esto le valió para conseguir dos puestos del
Ayuntamiento, el de cartero y el de guarda del término municipal.
Ese mismo día la Auditoria de Guerra solicita informe de conducta social y política. Se recibe una primera respuesta por
parte del Comandante de la Guardia Civil de Fuente de Pedro Naharro, Cuenca,
fechada el 14 de octubre de 1939 que dice: “Arturo Torres
Barranco no participó en desmanes de la Horda Roja. Tan solo elaboró informes
contra la ideología de varias personas como directivo de Izquierda
Republicana”; Una segunda por
parte del Comandante del
Puesto de la Guardia Civil de Cuenca el 15 de enero de 1940: “Arturo Torres Barranco es fundador
de Izquierda Republicana. Se ignora el cargo que ostentaba. No tomó parte en
requisas, incautaciones, destrucciones de la Iglesia ni detenciones. En los
primeros días del alzamiento fue visto en la localidad armado de escopeta.
Ingresó con carácter forzoso en el Ejército Rojo” y una tercera de la Alcaldía de Torrubia del
Campo el 22 de enero de 1940: “Arturo Torres Barranco pertenecía a
Izquierda Republicana de la que fue fundador y socio desde las elecciones de
febrero de 1936, votando la candidatura del Frente Popular. Como directivo del
partido emitió y firmó informes contra los denunciantes”.
A las tres de la tarde del 10 de septiembre de 1939 ingresa en la Prisión
Provincial de Cuenca, cuatro días
después asiste a la práctica de diligencias al S.I.P.M. (Servicio de
Inteligencia de la Policía Militar), el 15 de septiembre pasa a disposición del
Auditor de Guerra de la plaza y después es trasladado a la Prisión habilitada
del Seminario de Cuenca.
Con fecha 18 de septiembre de 1939 la Auditoria de Guerra procede a instruir un
sumarísimo de urgencia (1654/39). Cuatro meses después comparece ante el Juez
para la lectura de cargos y el 4 de mayo de 1940 se le comunica que se llevará
a cabo la vista del Consejo de Guerra, así como el nombramiento de defensor en
la persona de Antonio Ruiz-Pérez Pérez. El instructor de la Causa considera que “el hecho perseguido se encuentra
sancionado en el Bando de Guerra y Código Castrense, y se ratifica el
procesamiento de Arturo Torres Barranco que se encuentra detenido en la
Prisión del Seminario”.
Ser republicano, tener ideología de izquierdas y haber fundado I.R. en una
pequeña localidad conquense era más que suficiente para que a mi abuelo le
imputaran un delito de Rebelión. Pero, ¿Quién se rebeló contra quien? A media España se la castigó con el
encarcelamiento y/o la muerte por no adherirse a la sublevación fascista.
El Consejo de Guerra tuvo lugar a las tres de la tarde del día 6 de noviembre
de 1940. En el expediente judicial custodiado en el Archivo Histórico de
Defensa, consta que se celebró en la Audiencia Provincial de Cuenca. El rastreo
de información del Ministerio del Interior indica que tuvo lugar en Madrid. La
acusación del Fiscal: culpable de un delito de auxilio a la rebelión,
siendo condenado a la pena de doce años y un día de reclusión. Transcurrieron doce meses sin
notificación oficial de sentencia, por lo que con fecha 14 de noviembre de 1941
mi abuelo escribe al Auditor de Guerra de Aranjuez suplicando le sean concedidos
los beneficios de la libertad condicional o la prisión atenuada. Para ello se
hacía imprescindible la presentación de un aval ante la Comisión Provincial de
Clasificación y Excarcelamiento. Contó con un inmejorable aval fechado el 12 de
noviembre de 1941 firmado por el entonces Alcalde de Torrubia del Campo, Ramón
Salmerón Herráiz, y los jefes de Falange en el que manifiestan que “no ven inconveniente en que el
convecino Arturo Torres Barranco recluido actualmente en la Prisión Seminario
de Cuenca, como presunto responsable de algunos sucesos ocurridos en la
localidad durante la dominación marxista, le sean concedidos los beneficios de
la libertad condicional o prisión atenuada, el que de ellos corresponda en su
caso según las leyes vigentes, ya que reconocen que su culpabilidad no es grave
ni lo conceptúan peligroso, siendo por tanto posible, la convivencia con el
mismo en este municipio”.
Quien promovió ese aval, tras un exhausto trabajo y ayudó al abuelo cuando
estaba en prisión, haciendo de soporte jurídico y empeñándose en conseguir
sacarle de aquel infierno fue Ramón Salmerón y su mujer Asunción Sanz Pérez,
hija de Baldomero Sanz el fundador de Solán de Cabras. Ambos de derechas y
adeptos al Glorioso Movimiento Nacional, pusieron de manifiesto con éste este y
otros actos, que existe una realidad que no tiene en cuenta las ideologías
y esta realidad no es otra que el compromiso de vida y solidaridad con las
personas.
Simultáneamente, el Auditor recibió una veintena de declaraciones indicando que
mi abuelo era un hombre de intachable conducta. Entre las declaraciones se encontraba
la de algún delator, perteneciente a la familia, concretamente el tío y primo
de mi abuelo desdiciéndose de sus denuncias.
Le concedieron la prisión atenuada el 23 de noviembre de 1941. Había pasado
encarcelado dos años, dos meses y trece días, abatido, sometido a la tortura
psicológica y física. Más de dos años conviviendo con el miedo. Salió de la
cárcel el 24 de noviembre de 1941 con una libertad precaria, pues a todos los
efectos seguía siendo un preso de Franco. Su libertad estaba condicionada al
comportamiento que tuviera fuera de la cárcel, por lo que tuvo que vivir con la
constante amenaza del retorno. Los salvadores de la patria no le dejaron
levantar la cabeza.
En la causa General instruida por
la Fiscalía del Tribunal Supremo franquista, encontré que cuando ya llevaba un
año encarcelado y con fecha 28 de octubre de 1940, se le imputa junto con otros, el siguiente delito: “Durante
la guerra se incautó la horda marxista de las fortunas de los señores que a
continuación se relacionan, saqueó sus casas y hasta intentaron o pensaron
atentar contra la virtud de dos jóvenes hijas de un asesinado”.
“Intentaron o
pensaron atentar”. No es que se tenga
certeza del delito, tan solo se supone. Incluso se supone lo que pensaban.
El 22 de mayo de 1943 el Auditor de Guerra de Aranjuez manifiesta: “Examinada su causa y
valorados los hechos, no se encuentran méritos suficientes para tener por
justificada la perpetración de delito, por lo que se aconseja el sobreseimiento
provisional”.
En octubre de 1944 el Juez considera a mi abuelo mero propagandista y el
Auditor de Guerra acuerda dar curso a la libertad vigilada. Seguía siendo
preso. Aún no he podido averiguar el día que consiguió la libertad definitiva.
El 27 de marzo de 1945 se decide finalmente el sobreseimiento de los cargos. Vivió desde entonces su exilio
interior dentro de una sociedad herida, intoxicada de la estructura mental del
dictador, para el cual el orden
era su orden, el derecho su derecho y la vida no tenía valor.
Antes de que Auditor de Guerra aconsejara el sobreseimiento provisional de la
causa, mi abuelo fue citado a un interrogatorio el 7 de abril de 1943. Se
encontraba ya fuera de la cárcel en prisión atenuada. El
Auditor le preguntó por la
autoría de las firmas de una serie de documentos incautados en relación con su
militancia en Izquierda Republicana. El abuelo ratificó que eran suyas. En
algún momento el Auditor le pregunto si sentía arrepentimiento y comenzó a
mofarse de la República. Mi abuelo dijo: “Soy más republicano
que nadie”, y así lo
recoge el sumario.
Gracias abuelo. Gracias por no doblegarte y por ser un hombre íntegro durante
toda tu vida. Porque fuiste, soy y porque soy, será...
Mi abuelo murió el 19 de mayo de
1975, cuando le quedaban unos meses para cumplir ochenta años y antes de que el “caudilloporlagraciadedios”
abandonara la vida que nunca debió acogerle. Murió sin ver cumplido uno de sus
deseos y que no era otro que celebrar su ochenta aniversario rodeado de toda la
familia. Se llevó con él todo el dolor y
su historia, que aunque a nadie más que a él pertenecía, también era parte de
la mía. Si yo hubiese sabido antes lo que se hoy, en su féretro no hubiera
faltado la bandera republicana.
Partí de cero y he conseguido recuperar una parte importante de la Memoria de
mi abuelo. Contar con la
certeza de que como tantos otros fue humillado
y torturado en las cárceles franquistas, que convivió con el hambre y el terror
de una represión institucionalizada, que cuando pudo salir de aquel infierno,
era un ser derrotado, agarrado a un bastón, un vencido que guardó silencio
durante toda su vida, no es suficiente. He
intentado iluminar su Memoria por mi padre y sobre todo por mi hija, para que
no olvide nunca y jamás tenga que luchar contra una palabra: IMPUNIDAD.
Durante estos meses he llamado a muchas puertas y no siempre he recibido
respuesta. Es triste comprobar
que organizaciones, sindicatos o partidos políticos que deberían mantener viva
la memoria republicana y recordar a sus militantes históricos, dan la callada
por respuesta.
Mi denuncia desde aquí al Archivo Histórico de Defensa por las dificultades
para conseguir datos de su represión a través. No he podido conseguir copia de
su expediente judicial y en un principio se negaron a entregármelo alegando que
estaba en avanzado estado de deterioro. El Acta del Consejo de Guerra no
aparece. Los documentos están en proceso de destrucción y no de restauración, y
no por falta de medios, que los ha habido, sino por la desidia de una
institución que no debe olvidar que custodia un patrimonio documental que es de
todos los españoles. Denuncio la
paradoja que supone el ejercicio del derecho a saber y un Estado que se llama
democrático que lo impide.
Mi denuncia al trato recibido por parte del Archivo Histórico Provincial de
Cuenca. Debe ser de los pocos
archivos que cuenta con fondos virtuales denominados "No tenemos
nada".
Mi denuncia a la CNT, que nunca respondió a mis correos.
Mi denuncia a Izquierda Republicana, partido del que mi abuelo es militante
histórico y para el que la prioridad
es la política y no la Memoria.
Mi denuncia a los gestores de la Querella Argentina y el impedimento constante
en forma de silencio para poder presentarme como querellante en nombre de mi
abuelo.
Mi agradecimiento por la colaboración y la respuesta positiva recibida de
Martín, funcionario del Centro Penitenciario de Cuenca y a Andrea Rascón,
funcionaria del Ministerio del Interior.
Mi agradecimiento a Pedro Peinado y Adolfo Pastor por su ayuda incial y por
ofrecerme la posibilidad de participar en la Mesa de Desaparecidos de las
Jornadas de La Gavilla Verde.
Mi agradecimiento a Floren Dimas y a Paco Jerez, que junto a Pedro y Adolfo me
tendieron los primeros puentes que me
animaron a cruzar las montañas del pasado.
Gracias a Fernando Partida, nieto de Andrés Iniesta, “El niño de la prisión”,
por poner en mis manos la memoria documental de su abuelo.
Y por último, gracias a Gabi, mi marido, sin cuyo apoyo y paciencia jamás
hubiera sido capaz de caminar por el árido sendero de la desmemoria.
Honor y gloria a todos los represaliados, a todos los guerrilleros, a todos los
republicanos españoles.
¡Viva la República!
María Torres
Mesa de Desaparecidos
XIV Jornadas
El Maquis en Santa Cruz de Moya de La Gavilla Verde
5 de
Octubre de 2013
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